domingo, 20 de enero de 2019

Biocemento el Hormigón inteligente

Hormigón “inteligente”: repara sus grietas sólo


Investigadores holandeses están realizando pruebas en un nuevo tipo de hormigón, el cual se repara sus propios signos de fisuración y agrietamiento, al contacto con el agua. A este hormigón se le conoce coloquialmente en la red como “biocemento”.

Podemos decir sin equivocarnos que el hormigón armado es el principal material de construcción o
reformas de viviendas y de estructuras en los edificios tradicionales, por delante del acero y la madera. Y una de las patologías que se aprecian con más frecuencia en elementos estructurales de este material son los signos de fisuración y agrietamiento, que acaban constituyendo un punto de entrada de agua de lluvia, la cual termina corroyendo las barras de acero corrugado y desembocando en serios problemas.

Así pues, el estudio que están llevando a cabo el microbiólogo Henk Jonkers y el experto Erik Schlangen en la universidad holandesa Delft, consiste en cerrar esas grietas, con el fin de otorgar una mayor vida útil a la construcción.

biohormigón

El avance en este sentido trata de lo siguiente: la incorporación a la mezcla del hormigón de una bacteria inofensiva y nutrientes necesarios para la vida de la bacteria, con la consiguiente producción de mineral calcita. No obstante, esta mezcla en sí es inerte mientras no haya contacto con agua. He aquí el kit de la cuestión. Al entrar la bacteria en contacto con el agua, aquélla resucita, llevando a cabo la producción de piedra caliza, encargada de rellenar las grietas.

Según declaraciones de Henk Jonkers a la BBC, en laboratorio pudieron comprobar la “autoreparación” de fisuras de hasta medio milímetro. Ahora, para concluir con el experimento, el siguiente paso del proyecto será probarlo en el exterior, en diferentes tipos de hormigones y en diferentes tipos de construcciones.

El principal inconveniente que encuentran es el coste de este “nuevo” material, obviamente mayor que el del hormigón tradicional, aunque los expertos confían en que el menor coste de mantenimiento esperado compense. De prosperar las últimas pruebas en el exterior, se espera que su comercialización comience en unos dos o tres años.

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